jueves, 28 de marzo de 2013

1. Belleza

              Lo arrugo pero antes de tirarlo me entra esa curiosidad absurda que no es más que un síntoma de inseguridad y descarrío vital. - Ese papel podría haber cambiado tu vida de haberlo leído. No lo leíste pero ahí estaba la clave. Ahora te vamos a mostrar un vídeo resumen de cómo hubiera sido tu vida a raíz de aquello- Así que despliego el papel y leo: “Los chinos y su concepto del chi.” ¡Los chinos se podrían meter su concepto del chi por el culo! Ya estoy harto de que me avasallen con papelitos por las calles, papelitos sectarios. Me pregunto qué tipo de gente irá a esa clase de charlas. Gente peor que yo, con un vacío existencial capaz de abrazar cualquier doctrina con tal de aferrarse a algo. Gente sola, desesperada. Gente con ganas de mejorar, eso sí. Y con mucho tiempo, eso también. Me imagino una congregación de viejas místicas que a la salida de la conferencia se intercambian recetas macrobióticas mientras fuman como posesas. Joder, ahora que lo pienso no pinta tan mal el evento. Iría sólo para verificar mis sospechas. Otra vez esa insalubre curiosidad que al final me va a hacer guardar el papel en lugar de tirarlo. Sí, lo guardo, en el bolsillo, aunque sea para dejar de pensar en algo tan insustancial como el destino. Puagg, el destino... No hay concepto más chaquetero y oportunista que ése. El destino, El amor y La felicidad se podrían ir de vacaciones, los tres. A ver si se aguantaban. Acabarían haciendo un trío con látigos y mordazas. La Felicidad protestaría después de unos cuantos zurriagazos. El amor se sentiría utilizado en medio de tanto sexo animal y El destino sería el primero en ponerse los pantalones y salir corriendo con la justificación oportuna de que éso era lo que había de ocurrir si se juntaban los tres. Menuda pandilla de vendedores de humo. Ahora en el supermercado me acuerdo de la chica del ascensor, era guapísima, nunca he viajado con una chica tan guapa en un ascensor. Ahora que lo pienso, mi boca nunca ha estado a tan pocos centímetros de la boca de alguien así. ¿Es digno de mención o no? Equiparable a batir un récord. Hay que constatarlo de alguna manera. Ahí queda. Constatado. Pensar en lo demás es insufrible. Si alguna vez ella se desnudase ante mí lo haría como Cleopatra ante sus esclavos, tratándome como a un simple animalucho. Yo me sublevaría, claro. Aunque luego en los ascensores mire hacia el suelo. Yo quiero comprar Belleza. He ido directo a la esquina donde las amontonan en packs de 6, pero detecto un agente externo que me obstruye. Qué rabia me da ir a por algo y que alguien esté en medio y pueda observar con detenimiento el producto que estoy escogiendo. Una chica con abrigo marrón parece que se ha montado un despacho improvisado encima de todos los paquetes de 6. La tía está apoyada encima de las botellas, escribiendo sin parar en una libreta, consultando a la vez el teléfono móvil. Genial. Esto es lo que se llama no tener vergüenza. La desfachatez de la gente me deja de piedra. Me da mucha pereza tener que dirigirle la palabra, no tengo porqué. Y el tema del agua lo tengo mirado con lupa. Belleza tiene un residuo seco a 180ºC de 26. Infinitamente inferior al resto de marcas. Que si mineralización débil, que si mineralización fuerte, que si es más dura o es más blanda, que si es más alta en bicarbonatos o más baja en nitratos... ¡Mentira! ¡Todo mentira! En lo que realmente hay que fijarse cuando uno lee la etiqueta de un agua mineral es en el residuo seco. Y punto. El resto es puro márketing. Ni Fontzoya, ni Lajarrón, ni Solán de Vacas están a la altura de Belleza. La chica del abrigo marrón continúa a lo suyo pero yo me agacho, alargo un brazo, desgarro un plástico y logro sacar la botella. ¿Alguien creía que iba a irme con otra marca?



"Descalzos en un columpio" Capítulo 1.