martes, 30 de noviembre de 2010

La misión (1ª Parte)

Antes que nada decirte que, muy probablemente lo que encuentres sea una asquerosidad gracias a la lluvia o quizá ni tan siquiera esté ahí, pero bueno, fue divertido.

Fui esta tarde a la plaza, dando un paseo. Tenía pensado pegarlo bajo un banco, con celo. Lo intenté, pero parece ser que la piedra, ya sea por ser porosa o por lo que sea, estaba empapada por todas partes. Fue imposible, se despegaba. Me sentí como una terrorista frustrada, metiendo la mano con disimulo, debí resultar patética.

Busqué por todas partes, pero no se me ocurría nada... Pasé media hora, o puede que una, sentada en un banco que hay junto a la fuentecita esa, ya sabes, la que encuentras a mano izquierda si vienes desde río. Con el paraguas, sentada en un banco encharcado... cualquiera que me viese se pensaría que me habían plantado.

Hasta que la vi. Pensé que el teléfono estaba a salvo, y que la cabina sería un buen sitio. Así que me acerqué y preparé un chicle. Hice como si fuese a llamar. Metí la mano en el bolso, como si buscara monedas, mientras cortaba un cacho de celo con las tijeras (sí, iba preparada). Me empecé a emparanoiar por si las tijeras se habían asomado un poco y parecía algo raro (un cuchillo o algo). Luego pensé en ponerlo donde se coge el cambio, pero enseguida me pareció una estupidez, aunque lo pegara en la parte de arriba podría caerse o podrían quitarlo. Decidí pegarlo arriba de la máquina, pero estaba un poco alto y yo soy baja, así que quedó un poco extraño que estirara tanto el brazo. Para más inri no conseguía que se pegara bien... pero como estaba plano decidí dejarlo. Especialmente al girarme y ver un señor mayor observándome. ¿Sería el típico jubilado que se aburre y baja a la zona transitada más cercana? Lo parecía ¿Qué pensaría de mí? ¿Sentiría curiosidad y esperaría a que me fuese para ver qué había dejado? De repente se fue, no sé si disimulaba, se desentendía, no se había percatado o iba a llamar a la policía por si las moscas... Así que disimulé, colgué el teléfono (sí, hacía maniobras con el paraguas en una mano, el chicle en la otra y el teléfono encajado en el cuello), miré mi móvil (debe ser instintivo mirarlo cuando te pones nervioso) y me fui alejando. En la de al lado había un señor hablando. Me alejé, hacia la torre de M. y de repente me di cuenta que había un policía ahí, de pié, justo mirando hacia la cabina. Me metí por una callejuela y giré para volver a ver qué pasaba con ella. El señor que me había estado mirando ya no estaba. En cambio, otro hombre se había acercado a llamar en la cabina donde lo había dejado. Me quedé hasta que se fue, para asegurarme de que no pasaba nada raro. Ahora que lo pienso, ¿qué iba a pasar? El policía empezó a andar hacia la cabina, pero se desvió hacia un lado. ¡Qué susto!

Al final, ¿quién sabe? Quizá siga ahí. Desde luego no te recomendaría probarlo, no está bien protegido y ha hecho un día de perros. Un día soleado te lo compensaré dejándote uno en buen estado.

Me marché al tren, lo perdí por poco pero no tardó en llegar otro. El tren estaba calentito, menos mal. Al final llegué a las siete a casa. Quizá podría haber esperado a mi novio, sale a esa hora. Podríamos haber vuelto juntos. Pero me apetecía ir en tren.

Disfruta de tu "fin de semana".

M.

PD: Está sobre el teléfono de la derecha, si llegas desde el río. El más cercano al edificio D.

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